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miércoles, 17 de noviembre de 2010

"PONER INTELIGENCIA EN LAS EMOCIONES Y EMOCIONES EN LA INTELIGENCIA"

La Inteligencia Emocional fue popularizada por el psicólogo y escritor Daniel Goleman ('Emotional Intelligence', más de 5 millones de ejemplares traducidos a 29 idiomas), la Inteligencia Emocional se perfila como 'la inteligencia del Siglo XXI'.

A Goleman le tomó diez años de investigación intentar averiguar cómo hace la mente para procesar los sentimientos, y se propuso redefinir qué significa ser inteligente. Su tesis es que para predecir el éxito de una persona, antes que un test estandarizado de Cociente Intelectual, habría que conocer esas cualidades de la mente que hasta ahora se conocieron como ‘carácter’.


Definir la Inteligencia Emocional de una persona es mucho más complejo que buscar un número que lo coloque en una tabla de clasificación. Los psicólogos debieron agudizar su ingenio para cuantificar, de algún modo, cualidades como el autoconocimiento, la empatía, el entusiasmo y la persistencia y el nivel de habilidades sociales. Pero algunos aspectos sí se pueden medir, o por lo menos se lo intenta, con la habitual reducción de los matices que supone todo test. El optimismo, por ejemplo, se toma como medida de la autoestima y de la eficacia.


El término ‘Inteligencia Emocional’ se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones. Describe aptitudes complementarias, pero distintas, de la inteligencia académica, las habilidades puramente cognitivas medidas por el Cociente Intelectual (CI).

Inteligencia Emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas. Ejercer un autodominio emocional no significa negar o reprimir los verdaderos sentimientos. Los estados de ánimo ‘malos’, por ejemplo, tienen su utilidad: el enojo, la tristeza y el miedo pueden ser una intensa fuente de motivación, sobre todo cuando surge del afán de corregir una situación de adversidad, una injusticia o inequidad. 

Aprovechar la Inteligencia Emocional no implica estar siempre contento o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio: saber atravesar los malos momentos que nos depara la vida, reconocer y aceptar los propios sentimientos y salir airoso de esas situaciones sin dañarse ni dañar a los demás. La difusión de este "alfabetismo emocional", pocas veces valorado en su justa medida, haría del mundo un lugar más agradable, menos agresivo y más estimulante. No se trata de borrar las pasiones (que son ‘la sal de la vida’), sino de administrarlas con inteligencia.


1 comentario:

  1. excelente información , nosotras como educadoras debemos tener tan en claro todos estos conceptos tan importantes.
    espero que visites nuestro blog

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